En últimas fechas ha sido una constante el observar en todos los ámbitos la falta de agradecimiento, y creo que en gran parte se debe a que no sabemos o nos enseñaron a valorar. La vida me ha enseñado que estas dos palabras siempre van juntas; no se puede valorar sin agradecer —sería una falta de respeto— ni agradecer, haciéndolo de manera automática, sin saber que agradecemos.
Empezaremos con valorar lo que recibimos o conseguimos, porque primeramente te tienes que enseñar a valorarte a ti mismo; cuando tienes salud, por ejemplo, debes valorarlo y, como agradecimiento, comer saludable y ejercitar tu cuerpo, así como tratar de mantener una salud mental. Lo anterior redundaría en una valoración constante y creciente de lo que tenemos o recibimos.
La situación se complica cuando tienes que valorar a los demás, sus actos, sus acciones, sus cuidados o bien lo que te dan en especie; un ejemplo son todos los cuidados de la crianza, donde está implícito que no llegaste a adolescente o adulto sin los debidos cuidados y atenciones. Los hijos suelen asumir que es obligación de su padre o madre todos los cuidados que reciben y suelen incluso reprochar lo que no reciben. Esto se da en todas especies, pero no se determina su temporalidad, es decir, cuándo deja de ser parte del compromiso para ser una obligación. Suelo platicar con uno de mis hermanos con el que coincido en llevar flores y arreglar las tumbas de mis padres —después de varias horas de viaje— que esto representa el valorar y agradecer lo que ellos hicieron por nosotros.
Afirmo que hay que enseñarse a valorar lo que hacen por ti, no solo a la persona que visiblemente nos apoya, sino que en muchas ocasiones llega a ser hasta anónima, e incluso valorar lo que hace tu gobierno o sociedad, Dios o el universo mismo.
Según la RAE (diccionario de la Real Academia Española), la definición de valorar es reconocer, estimar o apreciar el valor o mérito de alguien o algo.
Todo tiene un valor, y es necesario pagarlo, hay que ser muy cuidadoso en no asumir que es una obligación; sino como un acto de amor; como principal ejemplo tenemos la relación de pareja, que es cuando el valor de todo se vuelve inconmensurable y es precisamente aquí donde se enlaza con el agradecimiento.
Actualmente se cree que es solo dar las gracias o mandar una nota de agradecimiento; pero creo que es más bien estar presente en cualquier cosa que se necesite, es ser solidario, subsidiario y una de las mejores formas de recompensar es haciendo lo que uno sabe y entregarlo en forma de agradecimiento. Una de las características del agradecimiento es que debe ser sin fecha de caducidad, debe estar por encima de lo proporcional a lo que se recibió; de esta manera gira el mundo; y es a través del agradecimiento que nos quedan ganas de seguir dando y apoyando a los demás. Siempre será imposible valorar lo que te quieren o aman, pero estará el recurso de ser cada vez mejor mínimo para no decepcionar.
El tema no es sencillo cuando una forma de aprender, —dura, por cierto— es darte cuenta que valoras más cuando lo tenías que cuando lo tienes, como la presencia de los seres queridos, pareja o amigos.
Creo que la gran mayoría de la gente no nace sabiendo valorar; pero los inicios imperfectos son la manera perfecta de empezar algo nuevo. Se valoran diferente los apoyos o ayudas; por ejemplo, el tiempo que te dedican —es lo más valioso— aquí los maestros se llevan las palmas. A continuación, siempre de acuerdo a mi escala, pondría las habilidades y capacidades que pones al servicio de los demás; aquí los profesionistas y la gente que practica un oficio destacan, se conocen como apoyos en especie, y finalmente los apoyos económicos. Puede haber una mezcla de varios o, incluso, aunque haya una retribución económica o un cobro, el favor sigue existiendo y, por supuesto, el valorarlo. Aquí lo importante es que todos valoramos diferente dependiendo de los valores que tenemos.
Otro dato que percibo es que estamos acostumbrados a la inmediatez, es decir, queremos recompensar inmediatamente, pero las metas nos exigen tiempo, y aquí la meta es que aprendas el valor de agradecer, para que lo hagas incluso cuando las personas ya no se encuentren.
Por último, tenemos que valorar el agradecimiento de las personas; la gente da lo que la hace feliz y trata de marcar el detalle con una pequeña porción de su persona y sus gustos. Eso lo entendemos los médicos al recibir constantemente en agradecimiento por la atención recibida; pan, dulces, bebidas, incluso ropa tejida a mano. Reitero que con esto logramos que una cosa aumente de valor, que el mundo mejore y gire a través del dar, lo cual atrae mas felicidad.
Demos la bienvenida al agradecimiento; acostumbremos a nuestros hijos a dar las gracias, (no solo verbal, sino sentida) por las celebraciones, los logros, los cumpleaños, pero sobretodo siendo nosotros mismos un vivo ejemplo de que agradecemos todo. Nada de agradecer en silencio, ni por educación; agradecer desde el alma es poner todo el empeño en nuestro trabajo y buen trato donde se perciba que somos agradecidos con los dones y capacidades que tenemos.
Para terminar, quisiera agradecer el terminar un año que nos marcamos como meta, donde se lograron muchos objetivos, —entre ellos escribir esta página de Substack—pero destacando como principal el de ser feliz.
“No hay valor en la vida excepto lo que eliges colocar sobre ella y no hay felicidad en ningún lugar excepto lo que traes tú mismo”.
Henry David Thoreau